
¿Porque las mujeres aspiramos al romanticismo si los hombres no son muy dados al mismo? ¿Qué poder superior y malvado nos ha metido esos conceptos románticos en la cabeza, sabiendo que es muy difícil alcanzarlos? No se si soy yo y mi entorno, o es algo común a todas las mujeres, a todas nos gustan los hombres galantes, atentos, cariñosos, que manifiesten sin ningún pudor su amor por ti, que te hagan sentir que tú eres especial, que te sorprendan cualquier día con un detalle, y no hace falta que sea una joya, un perfume o una flores, basta con que te compren una palmera de chocolate en tu confitería favorita sólo porque sabe que a ti te gusta, y tú con ese simple detalle sabes que él piensa en ti, que te conoce, que te quiere, y ya está. Quizás este ejemplo sea muy tonto, pero tal y como está el romanticismo masculino hoy día, creo que todas nos conformaríamos con que nos regalasen nuestras magdalenas favoritas con un lacito, de vez en cuando.
A las mujeres sin embargo nos gusta estar pendientes de los más mínimos detalles, saber que les gusta, que les hace ilusión, y como lo tenemos más en el pensamiento, cualquier chorrada que vemos nos recuerda a él y pensamos lo mono que estaría o la ilusión que le podría hacer. Aunque hay que reconocer que esa inspiración se pierde cuando vas a comprarle un regalo a propósito porque es un cumpleaños, unas navidades o un aniversario, en esos momentos sabes que se espera un regalo de ti y toda la presión del mundo recae sobre ese regalo, que pretendes sea el regalo ideal. Por eso a mi los regalos que más me gusta hacer son los regalos espontáneos, no se espera nada de ti y por tanto cualquier cosa que entregues es apreciada.
En fin, empecé hablando de romanticismo y he acabado hablando de regalos, y nada más lejos de mi intención que mercantilizar el amor, yo cambio cualquier regalo por una verdadera demostración de afecto.
Concluyendo amigas, me temo que los argumentos de las peliculas de Meg Ryan no existen en la vida real,y que quizás las tramas de sexo en Nueva York son mas parecidas a la vida real, pero con el handicap de que allí está la quinta avenida, y aquí Calle Nueva. Muy triste la verdad...
Elena M.