Hoy precisamente
Nos
han hecho creer, nos han vendido la moto de que hemos mejorado, que “la liberación
de la mujer” ha supuesto la hecatombe del siglo XX pero hoy en día seguimos
estando en desventaja en muchos aspectos por no mencionar que seguimos cobrando
menos haciendo el mismo trabajo. Bien es cierto que las mujeres somos las
primeras que tiramos piedras sobre nuestro propio tejado, somos nuestras
mayores enemigas, nunca vemos el lado “positivo” a la hora de valorar a otra
mujer, tendemos a pensar mal y a hablar mal (la de barbaridades que se dicen en
de boca de otras mujeres refiriéndose a temas como la maternidad o la
conciliación de la familia y el trabajo); en algunos casos no actuamos en plan
camaradería, sino que lo primero que tendemos a hacer es pensar de manera
negativa sobre las demás y encima nos ponemos zancadillas, es más deberíamos
apoyarnos más entre nosotras mismas que ya lo tenemos suficientemente difícil
como para tener encima enemigas en nuestro propio bando; en ese sentido los
hombres ya tienen un tanto ganado ya que no tienden a ser tan “perversos” entre
ellos mismos.
También he de decir que en muchos casos cuando aportamos nuestra vena solidaria y aunamos fuerzas para luchar contra lo que creemos injusto somos un todo fuerte y guerreras hasta el máximo.
Según lo que hemos estudiado o hemos leído en algún momento de nuestras vidas sabemos que el movimiento feminista (cogido de wikipedia) surgió en el siglo XIX ya que se el reconocimiento de la igualdad de oportunidades y la igualdad de derechos para las mujeres. Las dificultades para obtener este reconocimiento se han debido a factores históricos, en combinación con las costumbres y las tradiciones sociales. El rol de la mujer en la sociedad se ha ido modificando a partir del ingreso masivo femenino al mercado laboral. Al igual que las mujeres de principios del siglo pasado eran educadas para casarse, tener hijos y atender un hogar y eran escasas las familias que mandaban a sus hijas a la universidad. Actualmente las estadísticas reflejan una mayor afluencia femenina en los claustros académicos con gran dedicación a los estudios, que da como resultado un mayor porcentaje de profesionales mujeres que se reciben. Por otra parte, la participación femenina ya no se limita a carreras estrictamente para mujeres, sino que abarca todos los ámbitos profesionales, habitualmente ocupados por los hombres. El nuevo rol de la mujer en la sociedad ha modificado su rol en la familia, cuyos miembros aún no han podido adaptarse a las nuevas reglas de juego.
Aunque parezca una utopía, y una tontería, a toda mujer le agrada que el hombre sea atento, sepa expresarse bien y tenga buenos modales, prefieren a los hombres que no eluden los compromisos, no sólo en sus relaciones afectivas sino en todas las oportunidades en que se enfrentan con un desafío. Nos gusta no sólo el hombre que es capaz de demostrar sus sentimientos sin preocupaciones pero también que tenga claros sus objetivos por los que luchar.
Y para terminar, una frase copiada de una página de Facebook que me gustó, quizás no tenga mucho que ver con este tema en cuestión pero creo que deberíamos tener en cuenta a la hora de valorarnos nosotros mismos (hombres y mujeres en general):
C.A.C.
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