Aunque hoy en día
pueda parecer imposible, una utopía, aún siguen existiendo esa clase de amores
que duran toda la vida. En este caótico y trepidante ritmo de vida que llevamos
hoy en día quizás no nos paramos a pensar, a dejar que el corazón haga su
trabajo, a dejarnos querer sin más.
Cierto es que los
tiempos cambian, somos más independientes, hacemos y deshacemos a nuestro
antojo, no damos explicaciones a nadie y no se aguanta o soporta o no se
quieren aguantar/soportar las “impertinencias” del otro, pero en las más
estricta soledad de nuestra habitación en lo más recóndito de nuestro ser
echamos en falta tener a ese alguien con el que realizar el viaje de la vida sin
necesidad de idealizarse ni cambiarse, aceptándose tal como es cada uno, ese
amor que vemos en parejas de personas mayoras que aún se siguen cogiendo de la
mano mientras pasean, en esas personas que bien pueden ser nuestros padres o
abuelos. Esa pasión irrefrenable, esas mariposas en el estómago, mil excusas y locuras que se inventan para verse,…... de los comienzos convertidos en otra clase de amor quizá más pausado, otras metas que alcanzar, ver el transcurrir de la vida con la visión y la experiencia de los años,…..
Según una cita de “Thomas Merton” (monje trapense, poeta y pensador estadounidense, considerado como
uno de los escritores sobre espiritualidad más influyentes del siglo XX): “El amor es nuestro verdadero destino. No encontramos el sentido de la vida en nosotros solos, lo encontramos con alguien más."
Hace un mes y medio aproximadamente leí un artículo a través de una red social que me llamó la atención. Se trataba de una pareja que llevaban 67 años casada muere con horas de diferencia sin saber que el otro había muerto:
http://www.antena3.com/noticias/mundo/pareja-que-llevaban-anos-casada-muere-horas-diferencia-saber-que-otro-habia-muerto_2014020800074.html
Bien es cierto que
con esto no pretendo decir que por obligación haya que estar con alguien, sólo
que es agradable vivir la vida con alguien al lado. También defiendo la opción
de vivir solo, sin esa anhelada persona. Cada uno elegimos lo que creemos o
ansiamos en determinados momentos de nuestra vida.
Atrás se quedaron los tiempos en los que ser soltera era un estigma para
la mujer (para los hombres otro gallo cantaba como en casi todos los aspectos),
la gente miraba a las mujeres con “cierta curiosidad” (por no decir malicia)
intentando adivinar el terrible defecto para que ningún hombre hubiese querido
compartir su vida a su lado, y las mujeres (muy capullas con nosotras mismas
todo hay que decirlo) miraban con pena porque supuestamente se estaba destinada
a ser una mujer incompleta sin saborear los placeres del matrimonio y de la
maternidad. Por aquél entonces a nadie se le ocurría pensar que la soltería era
una opción, una
decisión tomada desde el deseo de libertad
y de independencia.
C.A.C.
C.A.C.
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