Lo primero, ¡qué envidia la fiesta de los 80! Estabais todas súper conseguidas (y súper guapas) y me entró morriña, así que cuando yo llegue tenemos que hacer la de primavera o la de lo que se nos ocurra, jajajaj. Bueno, a lo que voy: como siempre, algunas cosillas tengo que contaros, y como no sé por dónde empezar, lo haré por partes y desde el principio.
1. Mi primera salida 'en condi'
Este sábado salí por los bares de aquí, de West Lafayette, que tienen licencia de apertura hasta las 3 de la mañana. La música a mí me encantaba, porque no me pusieron ni flamencadas ni españoladas (de hecho sonaban mucho Beyoncée, Rihanna, Alicia Keys...), y las copas costaban 3 dólares, pero era irrisorio el alcohol que les echaban, así que ya te podías tomar 10 que seguro no ibas a pillar ni un puntillo. Aun así, me hizo ilusión que fueran tan baratas. Fuimos con los amigos españoles de N., y un amigo americano suyo de por aquí, y la verdad es que me lo pasé muy bien, porque son gente muy agradable, y me encantaría poder presentárosla. Ya les he hablado de vosotras, que lo sepáis.
Estos pubs no eran tan americanos como aquél que os enseñé en el Facebook. La decoración era normal, pero me gustaron porque eran AMPLIOS, no un lata de sardinas. He de decir que, además, estaban llenos de gente alta, sobre todo hombres. Eso sí, los chicos sobre todo estaban fondoncillos, pero hay muchos con rasgos agraciados.
Y hablando de hombres, ¡ligué!Y lo mejor es que N. estaba delante. Fue gracioso, porque me acerco a la barra a pedir y había un grupillo de tres (por cierto, con sudaderas de Purdue), y uno empieza Do you asjoash ofhosafo sdfosd, you know, asjfajsfjasfjsa? Y le digo en inglés: "Perdona, es que soy española, y con la música tan alta y que me hablas muy rápido, me cuesta entender lo que me dices". El chico se quedó cortado (pero yo se lo dije sonriendo y todo, en serio), y me respondió "ok, ok".
Entonces, al ratillo, me toca el hombro y me dice (muy educado) "Oye, seguro que eres española?" (Y creo que me lo dijo porque se pensaba que le mentí para que me dejara en paz) Y le digo "¡sí claro". Se miran entre ellos y me pregunta "¿Y por qué vienes a Indiana???" Entonces le expliqué todo el tema de N. Luego, uno de ellos le hizo un comentario por lo bajini al que más hablaba, y este me transmitió el mensaje: "Mi amigo dice que estuvo en Méjico el verano pasado". Y como vio que yo me quedaba esperando que me contase algo más, me suelta "Ah, espera. Méjico no tiene nada que ver con España, ¿no?" Y cuando le dije que no, se quedaron cortados y ya no hicieron más esfuerzos por hablar.
Después de los bares de copas (donde por cierto la gente no baila, solo habla y bebe), nos trasladamos a un bar que esta abierto toda la noche (pero es más como una cafetería para sentarte), y donde puedes pedirte sangría y cerveza, además de nachos con queso y porquerías de estas que comen esta gente. Y he aquí donde viene lo curioso, porque nos sirvieron todo lo que pedimos (olvidaba decir que antes de entrar en los sitios te miran el pasaporte para comprobar que tienes más de 21, y si es así, te ponen una pulsera como las de los todo incluido que ponen "age verified)"; pero de repente, a las 3.30, cuando llevábamos solo media hora y no todo el mundo se había tomado su cerveza, los camareros se pusieron nerviosos y nos obligaron o bien a bebernos las cosas a trancas y barrancas, o bien se las llevaban directamente. ¿Y por qué? Pues porque solo tenían licencia para servir alcohol hasta esa hora, y en cuestión de minutos, el bar, que tenía cachimba y todo, pasó a ser una auténtica tetería, con tazas de té y café en las mesas.
Y fue entonces cuando los amigos de N. decidieron que tenían hambre y nos llevaron a una hamburguesería que no cierra nunca. Los camareros, en vez de trabajar, era como si hicieran una coreografía metiendo las hamburguesas en paquetitos para dártelas (era autoservicio), y rebosaban energía, a pesar de ser tan tarde. N. y yo no teníamos hambre y me dijo de pedirnos unas patatas fritas a medias, pero cuando vi dónde las hacían se me quitaron las ganas y ni las probé. Resulta que tenían unas freidoras llenas de un aceite de color amarillo verdoso con aspecto más que grasiento (como si fuera de un coche), y me dio mucho repelús, y luego, observando los materiales que tenían, me di cuenta de que era aceite de cacahuete. Pero ni por esas las probé.
Más tarde, después de la re-cena, nos fuimos a casa, y no sabéis qué delicia NO OLER A TABACO (aunque en algunos lugares concretos sí se permite fumar).
2. Las compras
El domingo estuvimos de compras (aquí los centros comerciales solo cierran, como mucho, las fiestas nacionales), pero no hay nada destacable, salvo el mal gusto de algunas tiendas para los estampados y los vestidos de fiesta tan merdellones que vendían). Vi Levis de hombres a 32 dólares, pero íbamos con un poco de prisa y no pudimos pararnos a mirarlos muchos. Yo me compré unas Nike y N. dos camisetas de marca. No fueron lo que se dice baratos, porque hemos comprado lo que nos gustaba, pero comparados con los precios de España, nos hemos ahorrado prácticamente la mitad. Otro día iremos con más tiempo y ya os contaré cosas más detalladamente.
3. The International Center
Ya me he apuntado a cursos de inglés. Uno de ellos es de slang and idioms y conversación, otro es sobre cultura americana, y el tercero de intermediate writting. ¿Y sabéis lo mejor? QUE SON GRATIIIIIIIIIIIIIIIIIIS. Los imparten en un sitio que se llama International Center, y que no me pilla muy lejos de aquí. Mañana voy a mi primera clase.
4. El médico
He estado mala desde que llegué. Nada grave, pero no se me quitaba (era una infección de orina), pero me tomé un medicamento que me traje de España y no se me quitaba, y pasaban los días y seguía igual o peor, con una quemazón continua. Al principio decidí dejarlo estar a ver si se pasaba, pero hoy, después de mi décimo o noveno día, al ver que estaba como al principio (he empeorado mucho), me he asustado bastante y N. me ha llevado al médico (pagando, claro).
Me ha salido por un ojo de la cara la consulta, pero bueno, ya estoy tranquila, porque me han hecho un análisis y lo único que necesito es un antibiótico nuevo. La enfermera que me ha atendido primero se ha presentado y ha sido súper agradable, y luego, el médico, un hindú joven y de lo más atractivo, me ha prohibido que tome lácteos por la mañana y por la noche, o de lo contrario la medicación no hace efecto (nunca lo hubiera imaginado).
Pero lo curioso de la visita no ha sido esto, sino la forma de recetar: tú tienes que elegir a qué farmacia quieres que te envíen la receta, y el médico ha de mandar un e-mail autorizándote a comprar el medicamento. Una vez que llegas a dicha farmacia (generalmente integrada en un centro comercial), verifican el mail y en botes transparentes y con tu nombre y dirección, como los de la vicodina del Dr House, te ponen la cantidad de pastillas exactas que el médico ha dicho, de manera que no te pueda sobrar ni una para guardarla en casa, y el prospecto te lo imprimen y te lo dan aparte.
Mientras esperaba a que me preparasen mis botes con las pastillas (20 minutos han tardado), me he paseado por el centro comercial, y he descubierto que venden medicamentos para mujeres en la sección de higiene femenina. Se ve que la farmacia es principalmente para los que no se pueden comprar sin receta médica. Los demás se venden junto a las galletas, prácticamente.
En fin, toda una experiencia, la de hoy también. El balance sigue siendo el mismo: estoy muy contenta aquí, pero valoro mucho más a nuestros médicos bordes y feos que te regalan gelocatils si vas a urgencias. ¡Ah, y otra cosa! En todo el supermercado de hoy no he podido encontrar NI UNA SOLA VERDURA.
Bueno, tengo más cosas que contaros pero esto se alarga mucho. Mañana os contaré una cosa muy curiosa sobre la población "afroamericana".
Besoooooooooooos
Anita, que sepoas que me encantan tus posts, aunque no los comente siempre, no me pierdo ni uno, así que por favor sigue regalándonos tus experiencias porque disfruto muchísimo leyendolas. Un besito muy fuerte y espero que estés mejorcita.
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