Y sin embargo se mueve...

...el corazón. Mi corazón. Y tantos corazones que siguen moviéndose.
Corazones maltratados, olvidados, traicionados, desengañados, desangrados, remendados, reutilizados, escondidos, arañados, encogidos, apaleados, desconocidos, cohibidos, malheridos, apartados, ignorados, despreciados...
Pero que nunca dejaron de latir.

A pesar de todo, pasarán bajo el oro de las hojas de los árboles de otoño y se sentirán bien.
Se sentirán seguros al despertar entre las cálidas sábanas del domingo lluvioso.
Saltarán con las risas de los amigos acercándose a la mesa de algún bar.
Y lo que antes era amargo se hará dulce para ellos.
No dolerán.
Estremecerán con más fuerza sus paredes y se engrandecerán.
No envejecerán.

Ese corazón que está ahí.
Tan cerca de nuestros oídos y no nos paramos a escucharlo...
Tan cerquita de los labios y nos olvidamos de hablarle.
Tan próximo a las manos y apenas tratamos de sentirlo, de darle calor y pasar un rato a solas con él.
¿Y a cuántos otros corazones hemos dejado de hablar, cuántos dejamos pasar sin escuchar ni sentir?
Los de aquellos con quien hasta hemos llegado a compartir una noche, sin tan siquiera recostarnos sobre el pecho que lo guardaba.
Temerosos de que por probar su sonido nos quedásemos pegados a él.

Él no necesita órdenes, no las obedece.
Ni nosotros a él.
Y sigue su imparable tictac, sin darle cuerda. Por algo será.
Si no duerme por las noches, porque vigila nuestro sueño, porque tira de nosotros al despertar.
Por algo será.

Puedes pensar en olvidarte de él, ocuparte de tus otras cosas, aparcarlo donde pilles, echarle una sábana encima mientras rehabilitas el resto de tu interior, no prestarle atención....
Pero el hecho es que, sin embargo, se mueve.
Por algo será.

A.L.