La amistad es
uno de los “sentimientos” mas puros que existen, porque nace espontáneamente,
no se puede forzar y nace de la reciprocidad mutua. Podríamos compararlo con un
ser vivo, porque nace, en ocasiones se reproduce (aparecen amigos de amigos que
se convierten en tus amigos) y finalmente muere, esa muerte puede venir estando
ambos vivos, o ser una amistad que perdura hasta el fin de nuestros días.
Sin embargo, “amigo”
es un concepto muy amplio, ya que en él encuadramos en ocasiones a conocidos o compañeros
de trabajo, por ejemplo. Y dentro de los propios amigos, existen amigos más cercanos
e íntimos que otros. Esto me parece a mi lo más natural del mundo, y es que
dentro de tus amistades, hay amigos con los que te lo pasas genial de fiesta,
amigos con los que puedes hablar de política, otros con los que puedes hablar
de cine, y otros con los que puedes hablar de tus problemas existenciales,
sentimentales o laborales.
Otro papel
muy importante lo juega la “empatía” que puedes tener con una persona, esa empatía
hace que te acerques más a una u otra persona y que estreches lazos más con uno
que con otros. A estas alturas de nuestras vidas, entorno a los 30, ya sabemos
que hay amistades que perduran en el tiempo y amistades que no, a lo mejor
generalizo y no a todo el mundo le ha pasado lo mismo, pero yo me he sentido
muy unida a determinadas personas durante un tiempo, pensando que esa amistad
iba a ser para siempre, y sin embargo al final la distancia ha ido haciendo
mella y ha ido haciendo que esa amistad se desvanezca, a lo mejor es que yo no
soy “buena amiga”, pero sin duda, el tiempo, la distancia y preocupaciones
diferentes hacen que se diluya esa amistad que en su día consideraste muy
importante.
Hay otras amistades, que a pesar de los años, la distancia o las situaciones
vitales diferentes, permanecen inalterables, tengo amigas a las que veo muy
poco, a lo mejor una o dos veces al año, y con las que hablo cada dos o tres
meses (todas somos muy dejadas) pero a pesar de ello, es tanto el bagaje común
que llevamos a nuestras espaldas, que cuando te ves recuperas lo perdido, la
confianza se mantiene inalterable, y el cariño permanece, aunque quizás es un
cariño o un nivel de amistad diferente, con ellas el sentimiento es más
parecido al que sientes con la familia, nos conocemos desde hace tanto que ya
la sientes como parte de tu familia, sabes que cuando te pase algo grave ellas
estarán ahí para apoyarte como siempre lo han hecho, pero para los problemas
diarios no piensas en ellas.
Por último y
quizás las más importantes, son las “amigas cotidianas” las del día a día, las
que llamas y te llaman para ver cómo te ha ido la semana, con las que te tomas
un café al mediodía para rajar de la compañera del trabajo, o por la noche para
tomarte una copa y echarte unas risas viendo al personal, la que llamas o te
llama cuando tiene una rayadera, cuando se enamora, cuando el chico que te
gusta tontea contigo, y la que por el tono de tu voz sabe si estás de bajón, de
subidón o si estás a punto de echarte a llorar. Son ellas las que al final te
alegran el día, te hacen más llevadera la existencia, y las que te hacen
pensar, que a pesar de que cada noche te vayas sola a dormir a tu cama, no
estás sola.