sábado, 19 de junio de 2010

Sudar la camiseta

Adoro hacer deporte. Últimamente se ha convertido en mi actividad principal y en el motor que me anima cada día. Estoy totalmente enganchada a esa sensación de llegar a casa y saber que has trabajado duro por sacar lo mejor de tu cuerpo, y cuando se trata de juegos en grupo, también de tu mente, por aquéllo de la estrategia.

Este interés mío por la actividad física ha conllevado, además, a que me interese más este año por el mundial de fútbol. Y de repente me parece muy bonita la idea de que cada país tenga su selección además de miles de aficionados que siguen sus pasos en estos enfrentamientos. Claro que también está la otra cara de la moneda, como por ejemplo los somalís, a quienes, según una noticia publicada en El País, un grupo de islamistas radicales les ha prohibido ver el fútbol so pena de latigazos e incluso la muerte. Pero no quiero centrarme en estas locuras tan tristes.

Mi intención es hacer una pequeña oda al deporte, sea cual sea, y a dar mi enhorabuena a aquellos que se esfuerzan, a pequeña escala, por mejorar su condición física día a día, ya sea corriendo más minutos en la cinta, levantando más pesas, o tratando de devolver las pelotas que vienen complicadas en la pista de pádel. En resumen, a aquellos que han encontrado en esta actividad una vía de escape al estrés, al mal humor, y a crear tensiones inútiles entre sus allegados.



lunes, 14 de junio de 2010

Bagaje sentimental.


Hace poco vi un capítulo de una de mis comedias favoritas (Cómo conocí a vuestra madre), y en él, el protagonista un chico de mi edad (su personaje es del 78, como yo) hablaba de que a los 20 años, las citas son fáciles y sencillas, pero que a los 30, todos arrastramos un pasado sentimiental, o mejor dicho una "carga sentimental". En la serie resultaba simpático y descriptivo ver como en distintas citas con diferentes chicas al hablar dejaban ver su "carga personal", su bagaje, y dicha carga era representada en forma de maleta o baul de grandes dimensiones, como el equipaje que cada uno arrastra muy a su pesar (ahí me di cuenta del más que posible origen compartido entre "bagaje" y "baggage").


El protagonista, iba de esta forma desechando chicas, creyendo que él estaba limpio y libre de cargas, hasta que se dio cuenta que no, que le habían roto el corazón de diferentes maneras y que algunas de aquellas rupturas le habían generado un "equipaje" con el que debía cargar.


Mi reflexión es que efectivamente pasada la cifra redonda de los 30 (algunos antes) el que más y el que menos tenemos unos "bártulos sentimentales" que vamos arrastrando, y hay que tratar de conseguir desembarazarnos del mayor número de ellos.

Hay algunos a los que resulta más complicado darles la patada, porque nos marcan más, así por ejemplo, si te han engañado, si te han plantado antes de la boda, o te han hecho sabe Dios que despropósito, por muchos que lo intentes, esa maleta siempre te acompañará. Lo más practico es asumirla y aprender a convivir con ella, ponerle unas ruedas, un mango largo y arrastrarla lo más cómodamente posible... quien sabe, a lo mejor dentro de 10 años cuando esté desgastada eres capaz de dejarla abandonada en cualquier esquina.


Pero claro, nadie está libre de carga, si llega un día que conoces a alguien que te interesa, al poco descubriras su equipaje y tendrás que valorar si serás capaz de sobrellevarlo, porque supongo que habrá equipajes... y equipajes...


Lo que sí chicas, tengamos cuidado y no pretendamos arrastrar en nuestro equipaje a "pamplinas" que no llegaron ni a la categoría de "bolso de viaje", que ya bastante tenemos con lo que llevamos cada una.


Besitos.


E.M.