domingo, 27 de abril de 2008

George: El descontaminado

25 de Abril de 2008
10:20 PM


Estoy haciendo zapping durante los intermedios de una peli de Cayetana Guillén Cuervo y me detengo en una escena de George de la Jungla (que me perdí en el cine). Precisamente se trata de un corte en el que el replicante de Tarzán -con un cuerpazo envidiable, no puedo callármelo-, invita a la chica (la supuesta Jane) a bailar mientras una panda de gorilas tocan varios tam-tam y otros instrumentos de percusión cuyo nombre desconozco. (Me he reído, me encantan las películas absurdas, las de Leslie Nielsen y todas esas cuyo título termina en "....como puedas" o "...como puedas 2".... Tal vez sea porque a veces siento que mi vida es un continuo "....como puedas", pero esto ya es harina de otro costal).
A la tal Jane (Úrsula en la peli, que tiene bemoles), se le cae la baba observando la danza de George. Aparte de que está potente el chico, muy, muy.... ejem... lo que parece atraerle más a ella no es el hecho de que sea un musculitos, sino que George es sencillo e ingenuo, diferente y exótico, su mirada es transparente, no conoce el mundo civilizado.


No está "contaminado".


En uno de los post anteriores, hablábamos de los príncipes azules. A lo mejor esto va un poco de lo mismo y estoy creando repeticiones innecesarias (en cuyo caso, dése por reproducido el contenido íntegro de mi opinión vertida el referido post, en este lugar, a mayor abundamiento).

Ha sido así, de repente, mirando esa escena de George de la Jungla, cuando se me ha encendido la bombilla y me he dicho "eso es lo que echamos en falta las mujeres: un hombre no contaminado".

Nosotras también estamos contaminadas, está claro, pero yo, personalmente, opino que los hombres (refiriéndome al hombre "medio", que resultan serlo la "media" de hombres) son más propensos a dejarse contaminar por las ideas que les transmiten los medios de comunicación, publicidades minuciosamente estudiadas, noticias, deportistas, actores, etc. Ellos son más receptivos a los estímulos sensoriales y, por ende, terreno allanado para la implantación de clichés. No precisan de un estímulo emocional o intelectual que vaya ligado al estímulo sensorial para dejarse ser estimulado y quizás, incluso manipulado.

Creo que es realmente difícil encontrar a un hombre exento de contaminación, no sujeto al rol que cree que debe desempeñar en la sociedad, no influenciado profundamente por lo que ha vivido en su familia, al que no le afecte lo que digan sus amigos de él cuando le vean salir con tal o cual mujer. Pueden pasar por alto que sus amigos critiquen su coche, su ropa, su aspecto o su falta de higiene, pero no les gustaría tener de pareja a una mujer que sus amigos consideren poco atractiva por cuaquier motivo, o directamente "infollable". La chica cuyos amigos hayan dicho de ella "joder, cómo vas a salir con esa..." está descartada ipso-facto. Aunque él la desee secretamente en el fondo y le pique la curiosidad, ya se buscará a otra.... si hay más! Es el mayor ejemplo de influencia en los tios: los colegas.

Ojo, que no he dicho imposible de encontrar, sino difícil. A ver, nosotras también estamos influenciadas, ninguno estamos libres de pecado, todos los humanos estamos afectados por nuesto entorno. No quiero decir que las tías seamos increíblemente genuinas y carismáticas y ellos unos lerdos. Para que nos entendamos, estoy refiriéndome en este post a lo que vulgarmente denominamos "las pajas mentales de los tíos".

Basándome en la observación de hechos acaecidos tiempo atrás en mi propia vida y más recientemente en mi entorno, no me queda más que considerar esta conclusión: que ellos están doblemente contaminados comparados con nosotras y, lo peor de todo: que se sienten seguros estándolo (si es que se dan cuenta).

Aprendidas las reglas del juego, no quieren moverse entre normas nuevas desconocidas para ellos. No arriesgan. O arriesgan muy poco. Y los que arriesgan un poco, son muy pocos!
Sé que hay bastantes chicos que no están dentro del saco del que estoy hablando.

Pero hoy tocaba hablar de los que están.

¿Tiene esto alguna relación con la menor inteligencia emocional que, parece ser, tienen ellos?

El tener menos inteligencia emocional no lo digo como ofensa o crítica. Probablemente, nosotras tendríamos menos disgustos si tuviéramos una mente más simplificativa y no sintiéramos todo de forma tan profuda e intensa. En ocasiones, agradecería ser un poco más "básica" a la hora de percibir lo que sucede a mi alrededor. Nosotras tenemos en cuenta todas las facetas de cada acontecimiento de forma automática, sin tener que pararnos a pensar. Digamos que descargamos la información que la vida nos proporciona con una ADSL, con un ancho de banda brutal y nos entra toda de golpe en el disco duro. Ellos parece que la reciben mediante el viejo módem ese que tiene que hacer varias remarcaciones y cuando por fin conecta y sabe que hay una información, la va descargando a unos poquitos Kb por segundo.


Estoy convencida de que nosotras sí nos hemos enterado ya de qué va el rollo este de vivir y ellos nunca llegarán a saberlo del todo. Creen que saben bastante, pero a mí me da que no. Tal y como sugieren algunos libros y guiones de películas, las mujeres nacemos sabiendo ya cosas que los hombres no llegarán nunca a imaginar. La propia naturaleza nos ha dotado de esa sabiduría, probablemente, para la propia subsistencia de la especie.

El hombre menos contaminado que he conocido y yo no estamos juntos. Fue imposible. Es que, comparada con él, yo era una central nuclear. Así que, tengamos cuidado también porque quizá todos estemos muy contaminados, nosotras y ellos, aunque de porquerías diferentes.

Lo más probable es que tendamos a enamorarnos de aquellos cuyas pajas mentales sean compatibles con las nuestras.

¿Y si estamos aquí quejándonos de la paja mental ajena sin haber visto la viga que tenemos nosotras?

¿Qué opináis?

En cualquier caso, me voy a quedar con una frase que ha dicho George de la Jungla subido al puente colgante de San Francisco:

"¿Saltar? ¿O no saltar?............Saltar!"

jueves, 17 de abril de 2008

SEXO EN NUEVA YORK


Sí, sí, es cierto, vale, lo reconozco, estoy enganchada, soy adicta a la serie Sexo en Nueva York. No lo puedo evitar, me encanta. ¡Qué le voy a hacer!. La historia de estas cuatro amigas neoyorquinas que a simple vista lo “tienen todo” en la vida y quizás estén esteriotipadas ya que son las “típicas mujeres que triunfan, tienen dinero y viven en una zona lujosa de una gran ciudad” pero . . . sin embargo narra a la perfección las preguntas, los problemas, las preocupaciones, su búsqueda permanente de la relación de pareja perfecta, las sensaciones, “todo” lo que a las mujeres nos lleva a comernos el coco alguna vez a lo largo de nuestra vida.



De todas formas para los que siguieron la serie desde el principio, para los que cogieron la serie empezada, para los que la cogieron en los últimos coletazos de una serie estrenada en 1998 y finalizada en 2004, para los que experimentaron “lo que se cocía en el ambiente”, para los que han hecho de ella un culto, para todos esos fans de Sexo en Nueva York que han disfrutado y reido con las cuatro amigas neoyorquinas, hay un nuevo motivo de alegría: el estreno de la película. Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda haciendo de las suyas esta vez en el cine.



La película que llevará a la gran pantalla una de las series de televisión más famosas, rentables y efectivas de todos los tiempos, se estrenará el 30 de mayo (lo que no se es si es aquí en España o en Estados Unidos). Esperemos que sea aquí en España y no tengamos que esperar más como de costumbre cada vez que se estrena alguna peli.




El cartel de la película lo encuentro algo soso, aparece sólo Carrie Bradshaw con un vestido color rosa al igual que las letras del título de la serie (¿Dónde están sus amigas?) con un subtítulo “Get Carried away”, un juego de palabras con el significado en inglés del nombre de la protagonista, ¿nos dejaremos llevar por las nuevas aventuras de Sexo en Nueva York?.Ya se sabe que la “protagonista” es Carrie,
periodista neoyorquina que escribe semanalmente en el periódico "The New York Star" una columna llamada "Sexo en Nueva York", donde plasma sus observaciones sobre el romance y la pasión. Pero digo yo que las amigas también pintan algo que para algo (valga la redundancia) son su fuente de inspiración para confeccionar esta columna es ella misma y sus amigas, prototipos de la moderna mujer urbana que busca un papel distinto. Se debaten entre el amor tradicional o ejercer su nuevo poder sin complejos y practicar el amor sin ataduras, hasta ahora patrimonio de los hombres (esta última frase la he sacado de otro blog ya que no lo hubiera expresado tan acertadamente).




Lo importante es que ya mismo podremos ver las aventuras de estas mujeres en la gran pantalla. Tan glamorosas y sofisticadas como siempre pero a lo grande. Sííííí.










miércoles, 9 de abril de 2008

LAS METAMORFOSIS DE LOS PRÍNCIPES AZULES

LAS METAMORFOSIS DE LOS PRINCIPES AZULES.

Hace aproximadamente dos años, en mi antiguo trabajo, estando con dos de mis compañeros (también amigos) mas cercanos, un chico y una chica, él comentó no recuerdo bien a raíz de qué, “Los príncipes azules ya no existen”, Mi compañera y yo saltamos entonces, afirmando que todavía quedaban algunos y que nosotras lo habíamos encontrado.

Este momento del pasado ha venido ahora a mi mente, porque ella, mi amiga, la que me acompañó en dicha afirmación, me llamo el lunes para contarme que ella y su chico, con el que lleva saliendo desde los 17 años, 11 años juntos (que se dice pronto), y mas de 2 años de convivencia, han decidido darse un tiempo para reflexionar sobre su relación; no es una ruptura definitiva, pero se lo están pensado, de momento ya no viven juntos. A mi todo esto me ha caído como un jarro de agua fría, no sólo porque los conozco y hacían una pareja ideal, sino por lo que significa en términos generales, ¿es el amor finito? Las causas de su separación momentánea y puede que definitiva, es que habían perdido la pasión, la chispa, tenían una relación más de amigos que de pareja. ¿Tienen razón entonces esos estudios odiosos de Universidades Canadienses, Americanas o de donde sea, que afirman que el amor solo dura 5 años, y que después sólo queda el cariño? Yo me resisto a creerlo, pero cada vez se me cae un argumento más en lo que sustentar lo contrario. Quizás es que deberíamos cambiar el chip, y esperar relaciones maravillosas temporales, y no una relación maravillosa eterna.

Yo ya no creo en los príncipes azules, mi primer príncipe azul, se me metamorfoseo en rana muy pronto, de hecho a los cinco años y medio (curioso). Así que después de mi primer príncipe-rana, ya no aspiro a ningún hombre de la realeza más, me conformo con alguien que me haga sentir todo lo que me hizo sentir el otro, pero siendo consciente de sus defectos, no pienso subir en un pedestal a ningún hombre más, que luego cuando se tiran ellos solitos del pedestal, al final la que se hace daño es una por tonta, por haberlo puesto ahí.

El caso de mi amiga es diferente, a ella simplemente el príncipe le ha ido perdiendo lustre, y tiene que valorar si podrá sacárselo de nuevo, o será mejor dejarlo como amigo.

Yo, aun así, agarrándome a un clavo ardiendo, prefiero pensar, que el amor de nuestra vida está por llegar, y que indudablemente llegará, más tarde o más temprano, y sino, si no llega, chica, ¡que nos quiten lo bailao!

miércoles, 2 de abril de 2008

MIRADAS

MIRADAS

Ayer por la tarde quedé con mi chico después del trabajo, quede a una hora calculando que saldría tarde del trabajo como es habitual últimamente, pero basta que haga cálculos para que éstos no se cumplan, así que esta vez salí a mi hora.
Así que me di un paseo tranquilo hasta el punto de reunión, y una vez allí, al comienzo de C/Larios me convertí en observadora. La vida dicen que es según el cristal con que se mira, así que supongo que a cada uno le llaman la atención lo que su subconsciente le dicta. Lo primero con lo que se cruzó mi mirada fue una pareja, ideales ellos, treintones largos, ella alta, delgada, melena rubia ondulada al viento, empujando un carrito de bebe, pero sin perder un ápice de estilo con sus tacones de aguja magníficos y una levita color crema con brocados en su parte inferior, sonreía felíz, mientras su marido, alto moreno, gafas de sol, pantalón crema y jersey rosa (la primavera ha llegado también en el vestir masculino) la rodeaba con el brazo, mientras de su mano libre llevaba a un niño de unos 5 años, igual de ideal de la muerte que sus papis. Entonces me sobrevino, lo reconozco “cierta envidia”, guapos, con dinero (era evidente viendo la pinta que tenían) y felices, con su familia, y un martes a las 7 de la tarde pasean tranquilamente por la ciudad, no tiene trabajos alienantes, unos hijos que supongo monísimos y buenísimos, y así irán perpetuando la especie. Tras esa mirada edulcorada de la realidad, calle Larios siguió mandándome imágenes idílicas, madres, muchas madres con sus niñas (si, no veía niños, sólo niñas) pero eran madres superpijas con sus niñas superpijas, llenas de lacitos, falditas y chaquetones Burberrys y Barbour, y entonces empecé a sentir cierto rechazo, nunca me ha gustado el pijerío, pero veía todas esas madres tan monas ellas con sus niñas tan monas también, y me sentí tan ajena a todo ese mundo, a esa realidad; entonces recordé, como el año pasado por estas fechas mi ex y yo hablábamos de encargar un bebé para este año, y ahora esas imágenes de la maternidad andante me causaban rechazo, como nos cambia la vida, ahora mismo no se si quiera si quiero tener hijos, supongo que si, que dentro de unos años me entrará ese instinto que se que tengo, pero cuan largo me lo fio…

Tras tanta mujer y niña, salío la mujer que tengo yo dentro y me fijé en cuanto hombre pasaba por allí, la mayoría con sus trajes de chaqueta, muy elegantes ellos, pero yo ya estaba de “no”, y no me gustaban, porque tanto traje, no me gusta, y menos en primavera, me gusta que vayan mas ”casual”. Y entonces llegó el hombre al que yo esperaba, con una sonrisa en los labios y con ropa “casual”. Al rato de estar con él, me dijo, “anda quítate la chaqueta que estás muy formal”..

Entonces caí en la cuenta, yo criticando mentalmente a los transeúntes enchaquetados, cuando yo era otra transeúnte enchaquetada ¿Qué imagen daría yo de mi? ¿Qué pensaría de mí un observador anónimo? No me importa, los pensamientos de ellos serían tan distintos como los cristales con los que me mirasen, en cualquier caso, si me mirasen, ya con eso me sentiría halagada, aunque la historia que de mí se formen en su en su cabeza nada tenga que ver con la realidad, porque eso querría decir que no he sido una transeúnte más.

Elena M.