martes, 16 de noviembre de 2010

¿ES QUE LA GENTE NO SE MIRA AL VESTIRSE EN UN ESPEJO ANTES DE SALIR A LA CALLE?

Hay veces que vas paseando por la calle o simplemente cuando estás parado en un semáforo y te pones a observar a la gente que va caminando, y ves a cada uno y no me refiero a los distintos estilos de personas (góticos, rockeros, pijos divine,…) simplemente personas que parecen no tener un “sentido de la estética apañado” (no hace falta ser Naty Abascal, Isabel Preyler, Paloma Cuevas o Rania de Jordania). No con ello quiero ni pretendo hacer una apología del buen vestir, el saber estar o las buenas maneras (cada uno es como es y debe tratar de ser consecuente con lo que piensa) y seguramente yo misma en algún momento de mi vida me habré vestido como un adefesio (que tire la primera piedra quien esté libre de pecados, ¿no?) pero aún así . . . . Aarrrggghhhh ¿por qué la gente no se mira en un espejo cómo va vestida antes de salir a la calle? Si te miras al espejo para maquillarte, afeitarte, peinarte, y un largo etc. porqué no lo haces cuando te vistes.


Otra de las cosas que me planteo es ¿qué tiene la gente en sus casas? Un espejo como el de la malvada bruja del cuento de Blancanieves, un espejo guay de la sala de los espejos de los parques de atracciones o unos amigos que te ven bien aunque no los estés (más vale tenerlos como enemigos)? ¿QUÉ ES? Siempre digo que no hay nadie mejor que uno mismo para conocerse y saber qué es lo que te sienta bien de ropa o no.

Vale que la publicidad, la tv, los medios de comunicación en general te plantean “ciertos modelos a seguir” (algunos de ellos por no decir la mayoría totalmente antiestéticos) que pueden llegar a obsesionar a la gente pero aún así me resisto a ver cómo la gente se viste o quiere dar una imagen de lo que no es ¿tan poco se valora la gente?, ¿tan poca autoestima tiene que necesita imitar algo que no tiene nada que ver consigo mismo?.

FUERA COMPLEJOS, FUERA INSEGURIDADES. HAY QUE VALORARSE, HAY QUE QUERERSE. Y COMO DIJO NO SE QUIÉN: “LA CARIDAD EMPIEZA POR UNO MISMO”.
Y si uno no se quiere, se trata bien, se cuida, y porqué no decirse que se está bien,...nadie lo va a hacer.




C.A.C.

domingo, 14 de noviembre de 2010

CONVIVIR O NO CONVIVIR



CONVIVIR O NO CONVIVIR


Conozco a una pareja que son novios desde hace unos años, uno de esos curiosos casos de compañeros del colegio que se reencuentran años más tarde, ya adultos, y se enamoran.

Cenando con ellos, en el momento de las copas, entraron en un debate personal entre ellos (por no decir discusión) en el que nos planteaban a mi pareja y a mí el punto de inflexión al que habían llegado. Y si no nos lo planteaban, es lo mismo, comenzaron la dialéctica sin acordarse de que estábamos ahí, probablemente, como desahogo o vía de escape, una petición involuntaria de auxilio para salir de su bucle infinito sin conclusión.

Ambos desean casarse (el uno con el otro, por ahora) pero mientras que él quiere iniciar una convivencia previa al matrimonio, ella está firmemente convencida de que no precisa esa convivencia, está muy segura de sus sentimientos y de que ningún problema rutinario ocasionado por la vida en común bajo el mismo techo un día tras otro, le haría romper el matrimonio, además de que por sus convicciones religiosas y sus costumbres familiares, tiene la ilusión de realizar ese cambio de vida ante Dios y su familia, marcar ese cambio en su interior a partir del sacramento del Matrimonio.

Nosotros no queríamos ser consejeros, pero es evidente que dada nuestra situación, dábamos fe sin erratas de que la convivencia está genial, ayuda a conocerse realmente, otorga momentos de felicidad y también brinda ocasiones de discordia que alcanzan el surrealismo extremo.

Yo opino (y así se lo dije) que la convivencia previa puede ahorrar muchos disgustos en el futuro, desde luego, y está claro que uno va al cura a dar el "si quiero" sabiendo ya lo que lleva al lado, se supone. Pero eso no es garantía de éxito tras la boda, pues a fin de cuentas, el éxito o el fracaso de la vida tras el enlace matrimonial no depende tanto de lo vivido anteriormente como de la evolución de las dos personas en su fuero interno. Lo que hoy es una verdad absoluta para uno mismo, dentro de un año o de cinco, puede ser un pilar derribado por la experiencia vital, el desengaño o simplemente el cambio de valores, de cánones, la edad, las influencias exteriores, cambios de lugar, interacción con nuevas personas….

También opino que una persona con las fuertes convicciones que tiene esta chica, probablemente tendrá una percepción de las relaciones de pareja en la cual pesa más el compromiso, la búsqueda de la unión familiar, la vida acorde con sus creencias católicas y la armonía con las opiniones de sus padres, que también tienen que ver en el asunto (faltaría más, ya se notaba).

La cuestión es que, según él, al final es "el hombre el que tiene que terminar cediendo". Y digo yo "si te casas porque sientes que estás cediendo, no te cases", pero claro, no se lo podía decir así. Y tampoco podía decirle a ella "prueba la convivencia, que de verdad no se pierde la ilusión por casarse" (en fin, esto de la ilusión por casarse depende ya de cada una, jejeje, a mí ya me conocéis: vestido blanco y vals ¡vade retro!).

Al final se marcharon y no llegamos a ninguna conclusión, pero nos quedamos con mal cuerpo, porque parece que ninguno se baja de la burra: él sin convivencia previa no se casa y ella si convive pierde la ilusión por casarse porque su meta es hacerlo conforme a sus convicciones y lo que desde niña había querido.

Estoy convencida de que algunas personas no llegarían a casarse si convivieran antes con sus parejas y de que muchos que después se casan, lo hacen porque se les ha echado el tiempo encima y les "toca". Pero también estoy convencida de que aún viendo que la convivencia no es del todo armoniosa, mucha gente se casa pensando que eso cambiará, pero al final, no es así. Y también conozco parejas que se han casado sin convivir antes, porque así lo han deseado y que luego siguen siendo felices a pesar de descubrir nuevas cosas que no les agradan.

Creo que los principios y valores fundamentales de la otra persona se ven claramente sin necesidad de vivir bajo el mismo techo, que la convivencia lo que te revela es el carácter más carnal y humano de tu compañero/a, sus costumbres por así decirlo fisiológicas, horarios, manías, etc.…. Te sorprendes para bien y para mal y sobre todo, descubres que hay mucho, mucho que dar, mucho que hablar y que intentar comprender, muchas cosas que agradecer y otras que tolerar, es un contínuo conocimiento de uno mismo, que nunca se termina.

Pero tiene también algo de apuesta, porque uno no puede predecir cómo van a variar la mente y el corazón de la otra persona o el de uno mismo. Aunque también está claro que si ambas personas desean ser felices el uno con el otro, buscarán la forma juntos de darse lo que necesitan, de llegar a los puntos de encuentro en cada fase de la vida y de sopesar lo que realmente importa cuando los años pasan y el tiempo vuela.

Mi mejor conclusión por el momento, viendo cómo lo pasan otras parejas, cómo lo he pasado y lo estoy pasando ahora es que para ser feliz hay que: quererse y aceptarse a uno mismo, querer y aceptar a la otra persona tal y como es (y si no puedes quererla y aceptarla como es, no sigas adelante), dialogarlo todo aunque cueste la misma vida y tachar de tu diccionario las palabras, tan difíciles de eliminar "egoísmo", "orgullo" y "mentiras".

Me apetecía compartir esta anécdota y, de paso, ejercitarme un poquito para retomar mi participación en el blog.


Adriana