miércoles, 14 de mayo de 2008

Soy un saco de hormonas

Dicen que el trabajo dignifica y que uno ha de saber estar, aguantar, y ganarse el puesto. La pregunta es: ¿cuántas veces hay que ganarse lo mismo? ¿cuántas veces hay que demostrar tu valía ante las mismas personas?

Y lo peor es lo que viene a continuación: ¿qué pasa si el que te pide la demostración de tu valía no te merece ningún respeto? ¿Qué has de hacer o decir cuando alguien a quien no estimas se permite evaluarte?

Vamos a pensar que la respuesta correcta es pasar del tema. Vale. Pero ahora, una vez que has decidido que todo te va a dar igual... ¿qué haces cuando te viene la regla y te pones irascible? Porque entonces, todo lo que habías decidido olvidar se pasea por tu cabeza burlándose de tu ansiada paz interior haciéndote muecas y cortes de manga, y tus pensamientos contienen tantas malas vibraciones que lo que te extraña es no haber generado un fenómeno poltergeist en la oficina.

En fin... Yo espero que sean las hormonas y se me pase la angustia de sentirme encerrada en un agujero del que quiero salir. Y ya no es sólo este trabajo. Es todo, porque la edad en la que lo correcto era estudiar y no trabajar ya se me pasó hace mucho. Cada día que pasa es más y más complicado intentar cambiar, porque te haces mayor y la sociedad espera más de ti.

Y me da mucha pena haber cometido errores en el pasado que me afecten ahora. Me da pena estar de mala hostia. Me da pena todo porque la regla me pone depresiva. Odio la regla y ser un saco de hormonas. Y odio ser débil, niñata, o como quiera llamarse y no aceptar que mi tiempo no es mío y que me lo pueden robar en este sistema capitalista antipersonas en el que vivimos.

No obstante, si vamos a jugar al paddle este finde estoy segura de que se me pasará todo. Eso combinado con una buena ración de chocolate puede ser mi salvación, así que si no llueve, os espero para que descarguemos juntas sobre las pobres pelotas amarillas la energía que nos sobra.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Teniendo en cuenta EL SACO DE HORMONAS en el que nos convertimos las mujeres al ponernos con la regla y la alteración hormonal que sufrimos PRE, DURANTE Y POST al síndrome menstrual es normal que te sientas así y quieras romper con todo lo que te rodea.

    Todas todas las mujeres (quien lo niegue está mintiendo) en algún momento de nuestras vidas al tener la regla nos hemos sentido asqueadas, hemos querido mandar al carajo todo, nos hemos inflado de chocolate, chuches o lo que el cuerpo nos haya pedido, angustiadas, de mal humor y sin saber qué hacer o qué queremos en nuestras vidas.

    Respecto a los errores no hay que arrepentirse sino aprender de ellos, nadie está exento de cometerlos, y sino quien esté libre de pecados que tire la primera piedra.

    Eso si estoy de acuerdo contigo en que me pone de muy mala leche el estar cabreada todo el santo día molestando hasta que te tosan simplemente porque las hormonas han decidido revolucionarse.

    Ciaoooo.

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  3. Dejando aparte el tema hormonal, que ya es de sobra conocido por todas (yo, personalmente, lo llamo mi "momentazo Dr.Jekyll" porque me cambia el carácter de Jekyll a Hide como ochenta veces en dos días), simplemente quería opinar sobre eso que dices de que no llegas a aceptar que tu tiempo no es tuyo.
    Yo me sorprendo con frecuencia en esa misma situación, ocasionalmente echo la vista atrás, analizo quizás un par de semanas previas y me doy cuenta de que he dedicado demasiado de mi tiempo al trabajo.
    Últimamente estoy tratando de reeducarme en ese sentido, tenemos que tratar de dosificar nuestro afán de ser las mejores y dar lo mejor de nosotras mismas. Tenemos que aceptar que a veces, por propia seguridad y autoprotección de la salud física y mental, debemos forzarnos a emular a nuestros compañeros de trabajo y obligarnos a ser incompetentes y pasotas por unos días o un par de semanas.
    Si tienes una montaña de trabajo atroz, que te acecha por encima del hombro, sabes que podrías quedarte unas cuantas tardes fuera del horario y sacarla. Pero... yo he descubierto que la breve felicidad o satisfacción que te puede producir eliminar el trabajo atrasado o hacerlo con un primor y una sonrisa equiparables al de Heidi haciendo queso, se desvanece al día siguiente.
    La montaña de trabajo atrasado volverá a crecer, es una montaña que estará ahí para los restos, como la de Mahoma, que aún se habla de ella y fíjate si ha llovido!
    Tu tiempo sí es tuyo, solamente tienes que decidir cuánto de él estás dispuesta a sacrificar y tratar de hacerte un impermeable. ¿Que te regaña el jefe una semana porque lo has hecho de pena y te has escaqueado? No importa, porque ya sabes que para la próxima semana, bueno, quizás hagas unas cuantas horas extra, sabiendo que para la otrao, volverás a intentar escaquearte un momento.
    De todas formas, nadie va a elogiarte por echar horas. A lo sumo, cuando tu jefe (jefa) llegue a su casa o comente cómo va la empresa con sus familiares o amigos, dirá "hay una tonta en la oficina que parece que quiere hacer méritos..." mientras se pone a ver Camera Café o el resumen de los deportes. Ni te va a admirar ni a poner un diploma. Y aunque te admirara o te diera un diploma enmarcado.... Piensa que tu vida es irrecuperable. No vivas como si después de esta vida te fueran a dar otra, que no va a ser así. :)

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