miércoles, 27 de enero de 2010

La Ley de Murphy del Mercado de la Carne

Un hombre treintañero muy cercano a mí me dijo el otro día que a "ellos" (refiriéndose, claro está a los miembros del género masculino que el trata habitualmente, porque no creo que se atreviera a alzarse en portavoz de todos los hombres) a veces les gusta sentir que todavía pueden estar en "el mercado", independientemente de que no quieran buscar nada con nadie, pero saber que pueden seguir gustando a las mujeres.
Al principio me pareció un comentario absurdo y propio de alguien inseguro, poco cualificado en algunos aspectos personales y que necesita compensar sus carencias en otras cosas más importantes con la certeza de que puede tener éxito con las mujeres. Pero luego me miré a mí misma y pensé que, realmente, a mí también me gusta sentir que puedo ser "comprable" en ese mercado, pasen los años que pasen y sea cual sea mi situación.
Me encanta esa expresión de "El Mercado" porque creo que hace alusión sobre todo al "mercado de la carne" (aunque también al "mercado de los sentimientos" pero más bien lo primero) y eso me inspira imágenes de juerga, cachondeo y desenfreno.
En el fondo, cuando estamos solteros es cierto que somos algo así como un producto y si no sabemos vendernos, sacarnos partido, crear una atracción hacia el potencial consumidor, tal vez nunca seamos adquiridos.
En las relaciones interpersonales, a priori, pocas personas se detienen a examinar las características y cualidades de quien tiene de frente, más aún en estos tiempos en que todo sucede mucho más deprisa y somos, por lo general, bastante más egoístas e impacientes. Para más inri, normalmente hay cientos de "productos" solteros que se venden bastante bien y son un auténtico "spam" callejero contra el que es difícil competir a la hora de atraer la atención de los potenciales clientes. La imagen puede ser sólo eso, imagen, pero los humanos -salvo excepciones- nos guiamos en primer lugar por la vista y está claro que el reclamo inicial tiene que ir dirigido a los ojos.
Así que ya no solamente cuenta tener unas calidades de lujo, sino hacerles ver a los demás que esas calidades están ahí e incluso magnificarlas un poquito sin llegar a caer en la publicidad engañosa.
Estar en el mercado es divertido porque te entretienes cuando interactúas y examinas la oferta. Hay rachas en que no hay nada que se pueda aprovechar y rachas en que la relación calidad humana/precio a pagar es equilibrada; también hay rachas en que uno/a está más demandado/a y tienes que decidir qué oferta te interesa más, con cuál te quedas o tratar de conservarlas todas para irlas testando y rechazando subsidiariamente una tras otra.
Un hecho innegable es que existe una especie de Ley de Murphy del Mercado de la Carne, según la cual, cuando estás oficialmente "fuera del mercado" (es decir, oficialmente no soltero/a), la demanda por tu persona se multiplica inexplicablemente.
La ley podría enunciarse así:
"Soltero, mojas cero; con pareja, nadie te deja".
Todos lo hemos comprobado, en cuanto te amoldas y estás feliz con tu nuevo producto y tu producto lo está contigo, de repente empiezan a salir nuevas ofertas hasta de debajo de las piedras.
"Pero a ver: si yo estaba ahí hace dos días en la vitrina de cárnicos del "Merca-Donna" (el hipermercado de mujeres, vamos) y siempre pasabas de mí para irte a la pescadilla congelada ignorando mi frescura y lozanía, ¿me vas a decir que te quedaste con ganas de probar cuarto y mitad de muslo? Pues se siente, ahora estoy en una nevera nueva."
O lo que es peor: "Ups, resulta que me he quedado con esto, que me encanta, pero me han salido dos ofertas nuevas y mejores y para colmo, ¡una es una bicoca!"
Entonces es cuando hay que entrar a valorar lo que el producto adquirido nos aporta más allá de la publicidad con que nos dejamos seducir para obtenerlo y si las nuevas ofertas realmente son tanto como parecen.
Ojo, porque en el mercado de la carne también hay productos que no están a la venta realmente, que se introducen de incógnito para estar "al día" de las últimas novedades y beneficiarse de tantos consumidores como puedan creando la falsa ilusión de propiedad al adquirente inicial. Dichos productos se ofrecen como "en venta" a pesar de no estarlo, creando desconcierto en algunos consumidores que desean adquirirlo y no meramente disfrutarlo y, desafortunadamente, en ese mercado no hay hoja de reclamaciones.
Saber que nuestro producto sigue gustando a pesar de estar ya fuera de mercado, gusta. Y pienso que si bien cada uno es libre de decidir si salir definitivamente o no del mercado, una vez "fuera" es recomendable tratar de conservar las mismas prestaciones y continuar cumpliendo nuestros estándares de calidad iniciales e incluso mejorarlos. Así nuestro adquirente no solamente quedará plenamente satisfecho de su adquisición sino que tampoco querrá cambiarnos por otro producto similar. Y así también nosotros debemos exigirlo en los productos que adquiramos y saquemos del mercado.
Puesto que podemos regresar en cualquier momento a los expositores, incluso en contra de nuestros deseos, no bajemos la guardia.
Suerte a quienes están de lleno aún en las compras y, si estais a gusto, no salgais de ahí.
Y recordad: lo barato sale caro.

A.L.

3 comentarios:

  1. ¡Estoy de acuerdo con esa ley de Murphy! Y con el sentido general de tu post también: la vanidad, dosificada, es buena para todos. Saber que gustamos sube la autoestima, ¡y quien diga que no miente!

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  2. Adri, me parece genial tu reflexión y tus analogías. Esta claro que debemos ser más exigente con el producto que pretendemos adquirir, ya que algunas veces nos dejamos llevar más por un presentación victosa, llenas de eslóganes con gancho, que luego no se corresponden con la calidad interna del mismo.
    Respecto a lo de la Ley de Murphy, es cierto, cuando estás contenta con el producto adquirido, salen un montón de ofertas interesantes. A mi lo que pasa es que cuando estoy contenta con mi adquisición, no me planteo cambiar de marca, por muchas ventajas que publicite.
    Aun así sentirse querida y deseada, siempre es muy muy agrdable, y no está de más que tu pareja se entere de la calidad del producto que tiene en casa, y ver como cotiza al alza...

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  3. Ya te digo si estoy de acuerdo contigo guapa!!!

    Carrrrrrrrne, con lo que me gusta a mí.

    Ay, por mí estaría siempre en el pasillo de la charcutería, con el lomo en barra

    XDD
    Besos guapisimas

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