viernes, 5 de junio de 2009

¿A dónde van los besos que no damos?

Este párrafo de una canción de Sabina, ha venido a mi cabecita, al hilo de una conversación que tuve en la tarde de ayer con un chico que en un pasado cercano significó algo importante para mi.Este chico, después de meses de no dar señales de vida, se conectó a internet, y se puso a hablar conmigo, y lo que empezó como una conversación inocua acabó en un debate acerca de las diferencias entre hombres y mujeres. Al hilo de la presunta complejidad de las mujeres con respecto a los hombres, yo alegué que a veces, ellos tampoco son fáciles de entender.Sobre todo, hice hincapié en esa facilidad que tienen algunos para ilusionarse con una historia, implicarte en ella, y luego unilateralmente, decidir que ya no quieren continuar con la misma y desaparecer, sin tener en cuenta en ningún momento que ya hay dos personas inmersas en ella.Por supuesto, habreis podido adivinar, que la conversación, aunque era todo el rato en tercera persona, como si hablasemos de otros , se había convertido en una exposición de nuestra propia historia.Entonces, él, hablando en ese tercera persona tan aséptica, me dijo lo siguiente: que a lo mejor había pasado algo que había hecho pensar a ese chico que si la historia iba a más, terminaría haciendo daño a la chica, que es posible que a ese chico no se le diera demasiado bien manejar situaciones en las que los sentimientos están de por medio, que a lo mejor, ese chico no era tan malo como parecía, y por último, y no menos importante, que seguramente había actuado como un cobarde.Ante este alegato, la chica ( yo) le contesté que si el chico en algún momento le hubiese planteado y expuesto sus miedos, es muy probable que le hubiese entendido( entre otras razones, porque la primera persona que tenía miedo de pasarlo mal era la chica), y no se habría quedado con ese mal sabor de boca.Al final, la cosa quedó en tablas, y , el chico se lamentaba por las oportunidades perdidas.Y mi pregunta es ¿perdió él? ¿perdió ella? ¿perdieron ambos?.Después de la conversación, me quedé con una sensación agridulce, esa de QUE HUBIERA PASADO SI....seguramente hubiese salido mal , seguramente no teníamos nada en común, seguramente hubiesemos roto al poco tiempo de salir...seguramente...o no? NUNCA LO SABREMOS....¿A Dónde van los besos que no damos?...

E.G.

5 comentarios:

  1. Pues normalmente a la almohada, pobre sufridora objeto de nuestras historias frustradas...

    Creo que no tiene objeto lo de plantearse 'qué hubiera pasado si' en ningún momento, porque es el pan nuestro de cada día, en cada cosa que hacemos, cada cosa que decidimos. ¿Qué hubiera pasado si aquella noche hubiera salido en vez de quedarme en casa? ¿qué hubiera pasado si no me da por hacer esa llamada? ¿qué hubiera pasado si no me da por comprarme aquél trasto...? Cada decisión, pequeña o importante siempre tiene otras posibilidades, opciones que hubieran podido arreglar o estropear una situación dada, todos sabemos eso y lo aceptamos.

    Personalmente no me gusta la ficción, me atormenta demasiado, asi que dejo que las cosas estar, supongo que tengo demasiados 'qué hubiera pasado si'

    Nunca sabrás quién se perdió qué, si él una chica genial, tú un tipo estupendo, los dos una historia brutal o quizás o habéis ahorrado tiempos tortuosos. Lo que si que me queda claro con lo que cuentas, es lo cobardes por término medio que somos los hombres, ¡es que no fallamos en eso!

    Mi teoría en cuanto a las relaciones en nuestro egoísta-individualista-mundo-sin-tiempo de hoy es que nos tiramos al barro sin saber quién tienes enfrente, antes de conocerla/o, sin haber desarrollado una mínima amistad donde apoyarte y desde donde partir buscando viento de popa. Las hormonas aprietan, suenan los violines, nos ponemos a jugar a los novios y/o a las casitas, desatamos nuestras expectativas, las personas nos defraudan porque no pueden cumplirlas. Una cadena sin fin que afortunadamente a veces se parte producto de la casualidad... es como hacer un puzzle de cinco mil piezas sin la foto de la caja; lo normal es que no encuentres la que encaja, pero puede que haya suerte.

    Supongo que no en vano casi todas las parejas de larga duración que conozco (pocas, dicho sea de paso) se conocen de toda su vida. Con honrosas excepciones claro. Lo de conocerse on line ya más que un puzzle me parece la ruleta rusa.

    Pero es solo mi opinión en base a mis vivencias, claro... el cielo me libre de tener la razón.

    C

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  2. Mmmm... Perder, lo que se dice perder, pues no lo sé. Me gusta pensar que nadie. Lo que más me gusta de esta historia es que, una vez pasado el tiempo, te das cuenta de que cosas que creías cerradas se vuelven a abrir.

    Esto incluye sentimientos.

    Me gusta pensar que esto ocurre porque, quizás ahora, si de repente se diera la posibilidad en vuestras vidas, a lo mejor, y solo a lo mejor, os daría por probar desde un punto de vista distinto, y quizás mejorado al que hubiérais tenido.

    Jo, qué bonito es, a veces, que nada sea definitivo.

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  3. Hay dos temas de este post que me gustaría comentar.

    El primero ese miedo y cobardía que tan común parece en los hombres, a nosotras también nos invade, sobre todo después de haber tenido alguna que otra mala experiencia, pero a diferencia de ellos, cuando encontramos a alguien que nos gusta, decidimos embarcarnos y arriesgarnos, porque quien no arriesga no gana, y si pretendes vivir tu vida lo más aséptica posible, por miedo al fracaso, y al sufrimiento, éstos nunca te llegarán, pero en cambio nunca podrás conseguir vivir un amor pleno y bonito, que se truncará o no al final, pero mientras lo tengas lo disfrutarás.

    En cuanto a lo segundo, e speligroso pensar lo que pudo haber sido y no fue, porque nos puede embargar una falsa melancolía que nos haga sufrir. A pesar de eso, a veces en imposible no tener esos pensamientos.

    Por eso uniendo los dos temas analizados yo creo que aunque nunca es bueno arrepentirse de nada, siemrpe es mejro hacerlo de lo hecho, que de lo que no se ha hecho.
    Un beso a todos.

    Elena M

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  4. El miedo a equivocarnos en la elección de la pareja y también el miedo al sufrimiento son muy frecuentes en las relaciones, sobre todo al comienzo. A algunos les paraliza, a otros les hace dejar de ser ellos mismos, pero otros no se dejan amedrentar y prefieren arriesgar y conocer más al otro, aunque la apuesta parezca imposible o parezca "cantado" el fracaso.
    Si no te arriesgas a sufrir tampoco apuestas por una posible y sorprendente relación plena y feliz.
    Por mi experiencia, únicamente te digo que cuando encuentras a la persona que de verdad quiere estar contigo, se acerca y se acerca hasta que lo consigue. Aunque te enfades con esa persona y se ponga triste, no te dejará a los dos días; aunque se enfade esa persona y tú seas quien estés triste, no le dejarás a los dos días. Aunque la cague se lo perdonas, y luego esa persona se dará cuenta de que la cagó y la semana siguiente, de repente te demostrará que estás en un lugar verdaderamente importante, cada vez más, en su corazón.
    En definitiva, cuando dos personas tienen claro que quieren estar juntas y se sienten "como en casa" estando juntas, eso supera cualquier sentimiento de cobardía, de miedo, de duda, el orgullo, la incertidumbre... Aunque dichos fantasmas estén por ahí pululando, porque somos humanos y nuestros mecanismos de defensa se activan inconscientemente, al final, el deseo de estar juntos que hace feliz a ambos, hace desaparecer lo demás.
    Así que cuando alguien recula mucho, tampoco merece la pena molestarse en tirar de él.
    Cada uno da un pasito para acercarse al otro. Si solamente uno da los pasos, al final, cuando llegue al centro, estará solo.

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  5. El miedo a equivocarnos tanto si es "en cuanto a pareja" como si es "embarcarse en un proyecto" o simplemente "hacer elecciones, decidir" siempre va a estar.

    Creo que realmente el asunto está en que una vez se ha decidido o se ha arriesgado no arrepentirse. No vale la pena frustarse. Puede que si se hubiese hecho de otra manera las cosas serían distintas pero la vida está para vivirla y disfrutarla.

    Hay que intentar mirar hacia adelante y no darle vueltas a la cabeza por lo que pudo ser y no fue. El pasado no vuelve, habrá cosas, personas, situaciones que te lo recuerden pero ya está. Hay que saber llevar la cabeza alta, apechugar con las consecuencias de nuestras decisiones y vivir la vida sin más.

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