miércoles, 1 de julio de 2009

DESPUÉS DE 240 DÍAS.......

..... volví a verte de nuevo....
Y cuando llegué a la ciudad, extrañamente cálida, me sentí perdida en un mar de gente. Sin poder localizarte, sin poder encontrarte, sin ninguna pista, tan sólo el eco mudo de tu voz en tu última llamada y aquella fotografía tan pequeña que hacía falta ampliarla mucho para ver tu sonrisa.... aquella bendita sonrisa....

El frenetismo y la desolación se apoderaron de mí mientras te buscaba entre el caos, negándome a mí misma que podría volver a pasar otra vez, maldiciendo al destino que de nuevo se empeñaba en no reunirnos..... después de 240 días.
240 días con sus noches, 240 días en los que mi vida ha dado tantos tumbos que tenía miedo de que al reencontrarnos no me reconocieras como la que fui, de que al vernos me observaras como si fuera un insecto extraño, de que al tocarme no sintiera esas descargas que me recorrían como entonces y hacían que me estremeciera....

Y entonces te vi, entre una multitud de casi cien mil personas. Y te reconocí. Entre todos. Entre mil millones lo haría si hiciera falta. Y corrí. Corrí para alcanzarte mientras mi amiga gritaba a mis espaldas que corriera, que corriera rápido, pero a la vez temiendo que yo me equivocara y acabara abrazando a un desconocido para después desilusionarme y acabar pidiendo disculpas como preludio de una llorera....

Pero eras tú. Y cuando te rodeé por la cintura y te diste la vuelta sorprendido, te juro que el mundo.... mi mundo... se detuvo. Por un momento mis alveolos dejaron de intercambiar oxígeno en mis pulmones, mis neuronas dejaron de lanzar neurotransmisores, las válvulas de mi corazón dejaron de abrirse y cerrarse rítimicamente.... todo se paró.
Y estabas ahí, frente a mí, con esa sonrisa que puede derrumbar montañas y transportarme donde quiera, con esa mirada que puede hacer que quiera morirme y no desear nada más en esta vida. Tú. Sólo tú. El que siempre has sido y el que siempre serás.

Este fin de semana contigo ha sido suficiente para hacerme olvidar todo lo malo de estos 240 días pasados, y para recargar mi optimismo para otros 240 venideros. De nuevo ahí, recordándome que todavía quedan personas en las que confiar, haciendo que recupere la fe en el género masculino, dándome una lección de respeto y confianza... como siempre.

Y entretanto.... sintiéndome especial con tus miradas, con tus sonrisas, con tu calidez. Sintiéndome especial entre todos y sabiendo que siempre estarás ahí para mí, que no importa el tiempo que pase, el rumbo que tomen nuestras vidas, mientras anhelo el próximo encuentro y deseo que pasen menos de 240 días.
Pero aunque sólo sea por ver de nuevo esa sonrisa... merece la pena esperar una eternidad...

Raquel

1 comentario:

  1. La esperanza es lo último que se debe de perder y tener la certeza (aunque sea pequeña) de que siempre habrá alguien no importando el tiempo que pase (sin verse, sin hablarse), el rumbo que tome la vida en el que se pueda confiar y nos devuelva la fe en el ser humano.

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