miércoles, 5 de noviembre de 2008

El botón rosa

Aún a riesgo de parecer fría y superficial, debo reconocer que en muchas ocasiones desearía ser un robot. Que mi memoria fuera un disco duro de infinitos Gigas, que mis neuronas funcionaran como cientos de microprocesadores interconectados entre sí, que mi cuerpo fuera una máquina perfecta e infalible.

Una especie de "mujer bicentenaria", al estilo del personaje creado por Isaac Asimov, aunque sin ese anhelo por experimentar emociones.


Aunque nuestra psique, parece ser (según psiquiatras y psicólogos) puede "reprogramarse", moldearse o educarse, la complejidad química del organismo humano y la interacción de las hormonas y otra serie de factores visibles e invisibles (si tomamos como cierta la premisa de que existe algo llamado "alma") nos hacen bastante más difíciles de controlar que a una máquina regida por una inteligencia artificial.
Cuando me viniera una sobrecarga de trabajo bestial, podría activar el modo automático, mejorar mis prestaciones o ampliar mi memoria; cuando los clientes, mi jefe o mis compañeros de oficina gritasen como descosidos o dijeran chorradas, apagaría mi micrófono o me pondría en modo "suspensión"; cuando mirara a un miembro del sexo opuesto (en mi caso, un hombre) le vería como un conjunto de células vivas, sin entrar a juzgar si sus rasgos son o no atractivos, si sus ojos brillan más o menos o si su voz es más o menos bonita.
Sencillamente, mi inteligencia artificial me serviría para aprender de mis propios errores, mejorarme día a día en todas mis prestaciones y contribuir a mejorar la vida de otros seres.

Aunque incluiría una mejora: el botón rosa.

El botón rosa, de apenas dos centímetros de diámetro, iría implementado en el centro del pecho, estrechamente conectado con la red nerviosa del plexo solar (red nerviosa que rodea la zona de la vena aorta, cerquita del corazón, que en el yoga se identifica como tercer chakra llamado "manipura" -no confundir con manicura-).
La función de este botón sería bien simple: Activar y desactivar las emociones.
¿Que considero favorable en cierto instante -guiada por mi inteligencia artificial y el análisis pormenorizado del entorno- sentir una reacción emocional ante un estímulo? Pulso el botón rosa.
¿Que se respira tensión en el ambiente y un mal rollo que te cagas, según mis medidores de presión sensitivos? Vuelvo a pulsar y me quedo impasible.


¿Que veo que me voy a enganchar de un tipo al que apenas conozco o que se ve a la legua que es un cabrón? Se le da al botoncito y adiós a los comederos de tarro.
Sospecho que ese botón ya existe, aunque oculto, en todos y cada uno de nosotros. Pero no está a la vista. Lo más seguro es que no se trate de un músculo ni de una glándula. Probablemente sea necesario un simple estímulo que desencadene una reacción neuronal. Tal vez la palabra de un amigo, la lectura de un libro, la visualización de un paisaje o un acontecimiento significativo (positivo o negativo para nosotros) puedan activar en un momento dado la "inmunidad" y hacernos capaces de evitar las emociones y los sufrimientos.

¿Por qué una vida sin emociones iba a ser triste, yerma o falta de sentido?

No quiero decir que yo desee que la vida sea así, pero reconozco que a nivel antropológico, en muchas ocasiones me planteo cómo sería el mundo si no hubiera emociones, sino solamente "funciones".

Sobre todo, cuando las emociones me impiden realizar correctamente mis funciones o pueden alterar mi físico.

Dice Elena G. que a veces imagina que se sale de su cuerpo, para separar emociones de acciones (por resumirlo de alguna forma, aunque su teoría es más compleja y no quiero irme por las ramas).

Al caer el Sol, al desperezarse las primeras estrellas, cuando todos los gatos son pardos, esta gata se pinta la raya en el ojo, pulsa el botón rosa, pisa el acelerador y no piensa más que en que la vida son dos días y del primero de ellos ya ha transcurrido la media noche.

Elisa A.


4 comentarios:

  1. El post más profundo que he leido en mucho tiempo.

    Esté o no EL BOTÓN ROSA tener o no tener sentimientos hacia algo o alguien o comportarse de una o otra forma va en el carácter de cada uno y por mucho que se quiera cambiar y lo que digan los psicólogos la mente humana es un instrumento muy poderoso y si mezclamos la razón con la no razón el cocktail molotov que puede salir de cada uno de nosotros es imprevisible.

    La vida son dos día y hay que aprovechar al máximo lo que nos viene. Nos guste o no a todos nos romperan el corazón o no, recibiremos algún que otro palo que nos haga ver lo antes no visto o no, la vida mismamente ya se encarga de mostrarnos al ser humano (el único ser que tropiza dos veces con la misma piedra) lo que nos corresponda.

    No somos eternos aunque nos gustara y hay que coger la vida con fuerzas y plantarle cara a lo que se nos presente. Siempre va a haber alguien que haya pasado por lo mismo o similar o que esté en una situación peor pero hay que pensar en lo que se tiene y tirar hacia delante.

    Besos.

    To be continued . . .

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  2. La vida es disfrutar, sufrir, amar, odiar,un día estas abajo, otro estás arriba...pero mientras tanto la misma pasa, te haces viejecito , y al final lo que te quedan son las vivencias y los recuerdos, por lo que no hay que tener miedo a los sentimientos ni las emociones, porque son los que conforman el mapa de nuestra vida.

    E.G.

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  3. Ciertamente sería fantástico disponer de un botón que apagar cuando la desazón o la tristeza nos embargase. De esta manera nuestra vida estaría ausente de sufrimiento, y a lo mejor hasta seríamos mejores personas, porque en nuestro corazón no tendría cabida el resentimiento, si no te hacen daño, ese tipo de sentimientos no los conoces.

    Pero la vida es como es, y somos lo que somos (que frase tan vacia). Así pues tenemos que aprender, intentar protegernos del daño que pueden generarnos, pero hasta un límite, porque como nos metamos en un caparazón, no nos harán daño, pero tampoco disfrutaremos de la vida con sus sinsabores, pero también con sus placeres.

    Aunque hay momentos en la vida en los que apetece acurrucarse cómodamente bajo un caparazón, donde se está calentito y sin problemas, al final apetece empezar a sacar la patita y aventurarse en el exterior. Si después de todo el riesgo asumido, la cosa sale mal, no te preocupes que cuando vuelvas a tu caparazón no vas a estar sola, ahí estaremos unas cuantas amiguitas para echarte mercromina en la heridas, darte calorcito y cuando estés curada animarte a salir de nuevo, porque seguro que de alguna de esas aventuras sales airosa y acabas dándole una patada al caparazón.

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  4. Gracias por vuestras respuestas, no esperaba menos...
    Aunque el post no se refería exclusivamente a la temática "amorosa", está claro que sobrevolaba ese farragoso mundo de los sentimientos de pareja.
    Sin caparazón o con caparazón, permitidme siempre que abuse de vuestra amistad y, os lo ruego, abusad siempre de la mía. Un beso!

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