domingo, 3 de febrero de 2008

La piscina del amor no tiene escalera

A raíz de una conversación con una amiga acerca de su nuevo chico y algunas dudas que le han asaltado, me he tomado unos minutos de reflexión, cuando me he quedado sola.

¿Es posible saber desde el principio si estamos iniciando una relación con la persona adecuada? ¿Podemos deducirlo comparando nuestros gustos comunes, analizando sus reacciones, testeando sus capacidades organizativas, intelectuales y sociales? ¿O acaso, realmente, todo se reduce a sentimientos y sensaciones? ¿No hay forma posible de prever cómo va a resultar la relación o, al menos, estar preparados para cualquier desagradable sorpresa?

Últimamente les saco defectos a todos los posibles pretendientes que se me han presentado (conste, digo “posibles” porque algunos los he probado y otros no, pero los he intuido). Los que son simpáticos e ingeniosos, son inmaduros o poco trabajadores. Los que son ordenados, trabajadores y más o menos buenos en la intimidad, son unos chulos e infieles. Los mejores en la cama, son unos traidores sinvergüenzas incorregibles y han completado la lista de todos los considerados pecados por cristianos, musulmanes e hindúes (“come-to-perdición-men”). Los que son más fieles y mansos, suelen dejar bastante que desear en la intimidad y su “fidelidad” suele responder a una innata dependencia emocional en lugar de a una buena educación de pareja.

¿Dónde está la persona trabajadora, fiel, buena en la cama, divertida y madura? (El adjetivo “guapo-a” ya ni me lo planteo).
Y si dejamos a un lado los defectos y elegimos a uno de esos hipotéticos candidatos por alguna de sus buenas cualidades para empezar con buen pie y tratar de ignorar los defectos, nos encontramos, (al menos yo me encuentro) con el dilema de si
es lícito empezar una relación sabiendo que esta está avocada al fracaso, solamente por pasarlo bien y dar una oportunidad. (Como en “El Precio Justo”…. A jugar! Y a ver qué te llevas).
Demasiadas preguntas y pocas respuestas.

Si nos situamos en el punto de vista práctico, descartaremos a cualquier persona que nos vaya a causar problemas tales como: tristeza, preocupaciones económicas, carencias sociales, choques culturales, diferencias de edad sustancialmente influyentes en la relación, familias raras, problemas con esposas secretas, hijos secretos, etc.
Esto nos hace descartar ya un amplio abanico de hipotéticas parejas: los tristones, depresivos, con problemas de dinero, casados, separados con niños, con familias conflictivas, con familias violentas, con antecedentes penales…
Entre los pocos que quedan sin problemas, hablemos de solteros y separados sin hijos, tenemos que descartar los que ya tienen pareja, lo cual reduce aún más las posibilidades.

Entonces, llega el día en que conoces a una persona normal. Con el paso de los días, las citas se suceden y empiezas a conocerle mejor. Resulta ser mejor de lo que esperabas, es un encanto y hasta compartís aficiones, mismo tipo de humor y en la intimidad compagináis perfectamente todos vuestros apéndices y cavidades del cuerpo. Pero no fue amor a primera vista, ni amor perseguido, ni amor imposible. Fue fácil y sencillo, te miré, me miraste, nos gustamos, nos cachondeamos, nos acostamos y continuamos.

Con el paso de los años, llegará el amor verdadero, el amor cocinado a fuego lento.
Pero rebobinemos al momento de los primeros meses: ¿Cómo sé yo que el guiso me va a salir bien? ¿Cómo sé que por muy buenos ingredientes que yo ponga, eso va a ser el plato estrella de mi vida?

Dándole algunas vueltas más, creo que la respuesta más idónea a todo lo expuesto es que hoy día es tan fácil tener a alguien entre los brazos, tan sencillo, que empezamos las casas por los tejados. Pienso que valoramos más el amor de alguien cuando no podemos tenerlo durante un tiempo, por el motivo “x” y llega el día en que sí, lo conseguimos, pero lo hemos conseguido a base de esperanzas, de paciencia, de vencer el paso del tiempo y de unos cuantos desengaños. El deseo por algo se incrementa cuando nos lo niegan o se nos escapa, cuando incluso no hemos sido correspondidos por esa persona y de repente, poco a poco, conseguimos que nos corresponda, porque nos empieza a conocer y se da cuenta de que nos quiere tener al lado.

En honor a la verdad, debo decir que soy de las de “más vale pájaro en mano que ciento volando”, “carpe diem”, “aquí te pillo aquí te mato” y varios dichos populares más acerca de aprovechar la ocasión (“la ocasión la pintan calva”… -esto de la calva se puede interpretar de muchas formas erótico-festivas-).

Pero creo que ha llegado el momento de recuperar un poco las pequeñas cosas del amor a la antigua, de hacerse los estrechos y tratar de recuperar el cortejo, de darse un tiempo para comprobar si el agua de la piscina está a nuestro gusto antes de saltar de cabeza, porque las piscinas del amor no tienen escalera, hay que salir de ellas con el propio impulso y con la mayor elegancia posible, eso si no te echa antes el otro que se ha lanzado contigo. Con suerte, si no te has enamorado tú, podrás salvar incluso el corazón, aunque sé de gente que ha estado a punto de dejarlo dentro ahogándose, aún habiendo salido del agua.


En ocasiones, guardar las distancias aviva más el fuego, desear en secreto y contener la líbido un poquito más puede ser un buen ejercicio para que, llegado el momento de revelarse los verdaderos sentimientos, todo fluya en consonancia: sentimientos y satisfacción física. Y así se está también a tiempo de rectificar, por si en ese principio incierto nos damos cuenta de que no estamos ante el amor que nos llena.

Metamos el dedito (del pie, me refiero, EN EL AGUA) durante un ratito antes de saltar.

4 comentarios:

  1. A priori no creo que se sepa si con la persona que has comenzado "lo que encarte" (ya sea una relación, amistad, de "aqui no te escapas", etc) no se sabe como va a ser (sino ya tendríamos línea propia como Rappel O Aramis Fuster).

    Lo que si, se podrá es intuir, al cabo de unas cuantas citas de conocimiento mutuo.

    Aunque en relaciones amorosas no soy una experta pero . . . por lo que me toca, conozco y demás, al menos puedo llegar a deducir y/o intuir que el chico/a perfecto no existe.

    Como tu bien dices el que es fiel cariñoso y agradable le falta pasión o no tiene el canon de belleza o guapura impuesto por la society .

    De todas formas en LA PISCINA DEL AMOR como en casi todo hay que arriesgarse. Algunas veces se gana y otras no. Te pueden hacer daño o no, puede ser que conozcas a la persona idónea o no, pero el caso es arriesgar, vivr el momento. Ver como se desarrolan las cosas y después actuar en consecuencia.

    Así son las cosas y así se las hemos contado.

    ResponderEliminar
  2. Ay ay ay!! Ha sido leer, piscina, amor y chapuzón y ya me he visto haciendo largos de un lado para otro...jajaja Me ha parecido genial la analogía entre las citas y la piscina, y creo que refleja muy bien lo que son las relaciones en los dias que nos han tocado vivir.No obstante, creo que las mujeres tendemos a querer controlarlo todo, y en cuestiones sentimentales, a vida me ha enseñado ( entre otras cosas) que a veces toca dejarse llevar por la marea ( y seguimos con analogías acuáticas), y ver qué ocurre, aún a riesgo de naufragar, y quedarse encallada en un islote perdido , del que no te pueden sacar ni los protagonistas de PERDIDOS, y del que te costará a lo mejor días o meses, escapar.No tendrás fuego, ni cabaña donde resguardate, te picarán los jenjenes( moscadones que pululan a menudo en los islotes nocturnos), y a veces solo te quedarán ganas de recolgarte de la palmera y ponerte a gritar como si de tarzán se tratase... Pero pasado un tiempo, te darás cuenta que a lo mejor, el haberte quedado en ese islote, por culpa de haber elegido un barco que iba a la deriva, te ha llevado a darte cuenta, que estar sola no es tan malo, que se puede hablar con un coco llamado COCOLISO , que no te lleva la contraria y tiene la cara de george clooney dibujada.Y es más, un día. el más inesperado, cuando ya estás a punto de hacerte el hara kiri con una cañita de bambú, aparece un indígena, que llevaba en la isla todo ese tiempo, y al que no habías alcanzado a descubrir, (estabas demasiado ocupada, sacandote las astillas del naufragio), y que te enseña que la verdadera felicidad está en las pequeñas cosas, y que todo es mucho más sencillo de lo que muchas veces queremos entender. PD: Me quedo en la isla un tiempo, que se me ha puesto un moreno de escándalo, y con el ayuno, tengo un cuerpazo que ni la ELLE MAC PHERSON, además...jijiji no veais como salta de liana en liana mi indígena.... A DISFRUTAR!!!

    ResponderEliminar
  3. En algunos momentos de nuestra vida, estamos deseando lanzarnos de cabeza y sin contemplaciones en esa PISCINA, y sin embargo en otras ocasiones nos puede mas la cabeza y el miedo a que sea menos profunda de lo que nos gustaría, entonces decidimos darnos un paseo por el borde, mojarnos un dedito, probar un poquito el agua, sin mojarnos demasiado, y tantear si merece o no la pena lanzarse. Así estoy yo ahora, mirándo el agua, y mirándome en ella, y por ahora creo que he llegado a la conclusión que me da miedo lanzarme de cabeza, así que a lo mejor me tomo mi tiempo y me construyo una escalera, para ir mojándome poquito a poco, para que si cuando vea que el agua que me llega a las rodillas está un poco fria para mi gusto, me sea mas fácil volver a salir y buscarme otra piscina mas adecuada. Lo que está claro, es que si finalmente me sumerjo, y decido nadar y bucear por esa piscina, el día que tenga que salir, esa escalera no me valdrá. Pero entonces espero que mi conclusión sea que me quiten lo "nadao", y no, quien me mandaría a mi mojarme el pelo, con lo que fastidia luego secarselo.

    ResponderEliminar
  4. Vaya, y a todo esto... ¿Qué bañador nos ponemos? ;) Me han encantado vuestros comentarios. (Adri).

    ResponderEliminar